viernes, 26 de noviembre de 2010

Personalidad Múltiple

20.15 hs, línea 44, chacarita.
Suben corriendo atrás mío dos chicos que traen con ellos un fuerte olor a poxirrán. Piden cambio entre la gente del colectivo, no tienen monedas.
Paradas más tarde le gritan a un "guachín" que suba, que no sea piola. El guachín está entre los autos haciendo el gesto de "¿una moneda?".
Cuando cruza la estación de tren suben otros a quienes saludan, alguno trae un celular con el altavoz prendido, todos escuchamos su cumbia villera.
Hay uno alto de remera roja que casi a penas puede caminar, viene hasta donde estoy, dice algo y se ríe, trata de tocarme, un poco se desvanece sobre el lugar, queda sentado en las escaleras de la puerta de salida.

Conviven en mí las siguientes personas:

Señora bien de zona norte, rubia y con muchas tarjetas de crédito en la billetera.
1. Tengo miedo, así drogados pueden hacer cualquier cosa, no les importa, no tienen cultura de trabajo ni valores. ¿Qué hago? ¿Me bajo?

Practicante de Kun Fu, Lin Chen Mei
2. Si le doy una patada al de rojo se cae, no se puede ni sostener parado. Ante la lucha, tengo todas las de ganar.

Lic. en Sociología- posgrado en la Universidad de Medellín
3. Es increíble la sensación que el usuario de colectivos comienza a tener de "expropiación de espacio público" por una minoría marginal que al fin y al cabo, hasta Donato Álvarez y Rivadavia, solamente estaba viajando. Pero el prejuicio que viene inmediatamente al ver la gorrita y las "llantas" trae con sigo también el miedo por los violentos intentos de repartición de las riquiezas

4.
Mi sensación final fue tristeza.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Una de porteros

Volvíamos tarde, pero alcancé a escuchar cuando entrábamos al edificio que un portero le decía a otro:
- A vos... a vos te hizo mal tanta película de rambo


sábado, 20 de noviembre de 2010

FLETERO II

Abrí la puerta del edificio y una mujer lloraba. "Un pendejito de 17 me acaba de romper el vidrio y me sacó el stereo". Bueno, dije, y saludé a los dos fleteros que venían a llevarse algunas cosas.
Los tipos fueron y vinieron, algunas veces ayudé, me llamaba la atención no tener que estar preocupada por la puerta, la gata no está, no puede escaparse.
Me subí a la parte de adelante de la camioneta y a penas cerré la puerta ahí nomás el chofer arremató contra los "peruanos que viven a la vuelta" y otras etnias macabras que sólo quieren atacarnos. La parte jugosa fue cuando adelantó un "uno nunca sabe cómo va a reaccionar". Tuve miedo por lo que venía. Y vino. El tipo siguió, aunque yo miraba para el costado y trataba de pensar en otra cosa. "Una vuelta tuve que matarlo, viste, con una masa así, ya para cuando llegó la ambulancia estaba muerto, pero la ambulancia no lo vio, lo pisó, y por eso el cana me dejó libre, me dijo, safaste pibe, andá".

La pregunta es: ¿por qué me cuentan estas cosas a mí?