Resulta que no escuché las señales de mi estómago. Resulta que no las escuché, y atravesé el día del padre, mejor dicho, el fin de semana del día del padre a todo trapo, con picadas, pollo frito y otras exquisiteces.
Creo que no me acuerdo alguna otra vez de chiquita que haya llorado por dolor de panza.
En fin, la cosa es que entre otras cosas, visité varias veces la guardia del Hospital Alemán y terminé acostada con una vía puesta que pasaba a toda velocidad suero y analgésico. Pero la historia es, que al lado mío, en una de las visitas, apareció una mujer alemana, rubia, de rulos, que caminaba como con la cabeza adelante, traída por la ambulancia por supuesto intento de suicidio.
LOCO, NO SE PUEDE TENER UN DOLOR DE PANZA TRANQUILA QUE YA APARECEN POR TODOS LADOS.
En fin, la médica clínica puteó, "este no es mi trabajo", y la escuché putear después de que por teléfono la psicóloga de guardia pasiva le dijera no sé qué cosa. Llegó la psiquiatra de guardia pasiva que le empezó a hablar en alemán, yo sólo entendía BITTE BITTE, casi como un viste? viste? y la alemana a los gritos, la psiquiatra pidiendo halopydol inyectable y la alemana negándose y de pronto dijo: "I want to see my Esposo"
Me rompió el corazón. Por suerte me fui antes así que no tengo el final de esta historia.
Es así. Un pedacito de historia.
