Un tipo me regaló una biblia y automáticamente le dije que sí, y antes de tirarla me dí cuenta de que quizás a Dios no le iba a gustar mi poca actitud de cristiana y me castigaría en el rendimiento durante el examen.
Me quedé con la biblia y no sé si fue el taxista llamado Amigo, la biblia o la meditación zen de mi amiga jimena, pero me fue bien, che.
3 comentarios:
Felicitaciones!
Quizás el taxista era DIOS....
saludos...
Grosa! (por el examen)
Al respecto de lo otro: una vez iba a Ciudad y me dieron una de esas biblias chiquititas, de bolsillo, y tuve un dilema muy parecido. Creo que al final se la deje a mi abuela en la cómoda! ejem... besos!!!
conservela entonces.vio como es la cabala
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