NO ES TAN DIFÍCIL si te ponés a pensar, puede pasarte. Estás llegando a la reunión y no hace falta decir que estás un poco nerviosa, se te nota. El pibe va a ir, y hace rato que el pibe te gusta. Pero pará, no sólo que el pibe va, sino que va con su novia. Ah, sí, ese detalle. Pequeño efímero e irreductible detalle: Hace meses que empezó esa relación a la cual vos no le ves sentido.
No es tan difícil hasta que se empieza a hacer difícil: El lugar es ruidoso, y por esas extrañas razones terminás sentada enfrente del pibe, y por supuesto, enfrente de su adorada novia. La mina, lo peor, es que es simpática, agradable en su decir. Bueno nada, interactuás. No te queda otra. Y DE GOLPE, ahí nomás, por debajo de la mesa, te tocan. Pará, pará, te habrá parecido. No, no me pareció: me tocaron, y ahí de nuevo: ME-ESTÁN-PATEANDO. El corazón late a toda velocidad y sentís cómo la irrigación sanguínea en la cara empieza a darte una tonalidad rojiza. Te parece imposible, pero es real: el pibe te está pateando. ¿Qué hacés? Bueno ya está, tenés que mirarlo, no te queda otra, no podés escapar al golpe que sigue insistiendo entre las piernas. Lo mirás y ahí nomás te hace un gesto: con su uña señala un diente y a continuación te dice: Che... tenés un... UN VERDE.
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Agradecemos a Lucía por la anécdota
1 comentario:
apostaba que terminaba con que era la novia copada la que pateaba por bajo de la mesa.
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