domingo, 8 de julio de 2007

FinalFantasy

Por esas casualidades, y esta vez quiero creer en el azar, estamos sentados uno al lado del otro.
Hay un poco de ruido, pero hay concentración, hay silencios. Puedo ver la pendiente de tu panza volverse aguda y obtusa con cada inhalación. Dejo caer la cabeza y puedo sentir el perfume que me puse hace horas. Fantaseo con la idea de que puedas, al menos por un momento, olerme.
Por el rabillo del ojo veo que estirás un brazo hacia atrás, y con los dedos te tocás el cuello. Me concentro en esa simple imagen de los dedos en el cuello. Uff. Parece como si estuvieras tocando mi cuello. Claramente estoy distraída.
Me concentro nuevamente en lo que nos convoca pero veo, otra vez, algo que me gusta. Siempre pensé que tenía un problema con la mirada, como cuando ví a un linyera en Honorio Pueyrredón y Frankleen haciendo caca, o como cuando vimos con Gaby un tipo frotarse la raya del culo a través de su joggin gris. Es un problema. Pero esto es distinto. Te miro la boca. No sé si me gusta, pero te la miro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted sufre de voyerismo. Usted es desagradable, se excita mirando cosas que no debería. Usted debería exiliarse a mi país, donde a la orilla del río más largo se bañan jóvenes de 67 años de ambos sexos que ocasionalmente se enjuagan mutuamente la chucha y la pitina para el beneficio de los fotógrafos del National Geographic (c) que venden esas fotos a la Playboy International Inc. por una millonada.

Anónimo dijo...

tengo el mismo problema.
no se sime gusta, pero lo miro.
salud

Anónimo dijo...

Me encanto este relato. Me pareció super sensible. Lindo. Con olor a rosa (pero rosa del color, no de la flor que por cierto no tiene olor, solo espinas que hacen daño como un tal javier.

Franco de Montreuil.