Me gustaban porque él la abrazaba a ella y la protegía del humo y las luces. Había tan poco oxígeno que un amigo me dijo: Che, mataría ir a ver afuera cómo es pasarla bien, digo, disfrutar de la vida, no pido mucho, respirar un poco.
Cuando descubrí que el piso era de alfombra, no sólo no lo podía creer, sino que no tardé en mostrárselo a la Tía para que omitiera su opinión al respecto. De más está decir que salió corriendo y compró en un mini mercado chino un ciff, un poet y un Mr Músculo con dos franelas de polyester para ocuparse del tema.
Me gustaban también porque ella se veía desmayar, y él la rescataba. Me gustaban porque al final, seamos sinceros, digamos la posta, se abrazaban con amor.
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