"El que inventó que trae buena suerte lo hizo para que pisar mierda no sea tan malo"
Así empieza una secuencia de sensaciones y roces entre zapatillas y alfombras. Mat se acomodó en el asiento y tímidamente sugirió que desde algún lugar del Jeep venía un aroma particular. Hay como.. como olor a mierda.... Nadie le contestó, pues su olfato desarrollado suele adelantarse varios segundos al promedio olfativo. Después fue Cel la que reconoció que allí había algo que andaba bastante mal. Cual inquisición obligamos a cada uno de los presentes a enfrentar la suela de sus zapatos a la mirada exhaustiva del tribunal de justicia. Para ser más específicos, más que mirada fue literalmente el rostro de Mat que constató a pocos milímetros de distancia la existencia del elemento fecal. La pobre Tía ni se había dado cuenta de que su zapatilla, blanca, llevaba la huella del delito: No sólo había extendido materia fecal canina por varios sectores de la alfombra, lo que es peor, había pisado el palo rojo.
Para los que manejan y conocen la importancia de la traba del auto, sabrán que su anatomía implica algunos sectores rugosos plásticos que calan finos senderos en ambos extremos. Difícil era la tarea de excarvar y remover la materia.
Culpable como nadie, la Tía intentó expulsar el elemento tóxico del palo con un suave y tímido salpicón de agua que brotaba de una botella. Supuse que quería emular el efecto de la potencia de una manguera, pero media botella de 500ml de agua jamás lo lograría.
Ya está, dijo la Tía aliviada. Pero había un detalle que ignoraba: El olfato de mat lograba descubrir nuevos y desconocidos recovecos enchastrados que enviaban bahos cada una cantidad de segundos azarosa. Cuando la Tía creyó que el problema ya estaba resuelto y que ya podía reir con los otros, mat señaló un sector que contaba con un gran caudal de pasta marrón. La tía suspiró y tomó coraje: podríamos decir que casi agujeró la alfombra del frote frenético al que se dedicó durante los siguientes 4 minutos. Ya está Tía, ya está... hubo que decirle para que abandonara la tarea.
La tía suspiró, se dejó caer en el asiento trasero y dijo por suerte termino bien la noche de mierda.
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