Gastar es bueno. Gastar hace bien. Está bien ir ahorrando cada uno de los centavos que producimos como individuos, pero cuando llega el momento de romper todo y adquirir bienes materiales que nos definen como lindos, buenos, adentro, qué querés que te diga. Decime y te lo digo. Una vez embebido en la voragine del consumismo, todo se justifica. Todo empieza a ser fuente de placer. Cuanto más uno compra, más se da cuenta de aquellas cosas que no tiene y que desea. Y cuando digo desea, hablamos de ese fuego intercostal que sólo te lleva a pensar en una sola cosa: para realizarte como persona, vas a necesitar comprar eso. Bueno pero pará: ¿para algo trabajo no? Y si trabajo se supone que soy responsable, y que si estoy pasando la tarjeta y terminando el último de los saldos disponibles es porque soy conciente de lo que hago, y esto es algo que tiene que ver con la ética y con la moral de la época, no me mires así, la tarjeta es un arma de doble filo.
Dato Curioso
No, este post no es una justificación de que me haya comprado un ipod.
2 comentarios:
Agradecemos la colaboración de Miss Debb en la conceptualización de dicho post y también en la vida shoppinera.
Jajajaja un iPod! Vos si que llegas temprano a las modas!
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