viernes, 10 de agosto de 2007

Fiesta Negra

Estábamos tú, yo, y Malena Solda. Sí, sólo nosotros tres en un gran galpón de techos altos.
Tú estabas con un short amarillo, sin remera y con marcas de corcho en el rostro. Marcas de animal, no de militar, ¿eh?
Tu tocabas tu gran tambor, con las manos, mirando al vacío. Tan concentrado, parecías hipnotizado por el ritmo que no paraba.
Malena y yo fumábamos y reíamos, pero no podíamos dejar de movernos.
Aún cuando hubiese querido, yo ya no controlaba mis piernas. La fiesta se estaba armando. Había mucho más humo del que Male y yo producíamos, pero eso no nos preocupaba. Tu seguías atónito, enganchado en un tempo, repitiendo y alterando compases inesperados.
Era un clip de 20 segundos que se repetía una y otra, y otra vez.
"Decile Male, decile Male", gritabas de a ratos. Yo te miraba y me reía, y Male giraba, y se chocaba contra las columnas de hierro.
Nos despertamos en una silla de sala de espera, y nos dimos cuenta que esperábamos que le cocieran a Male el tajo que se había hecho en la frente. Al rato llegó su representante y nos gritó por haberle arruinado el cutis de muñeca. Vos te tentaste, y yo también, y cuando salimos dijiste: Uh pero al final... pará, entonces no me la puedo besuquear a Male? Yo me puse de malhumor y te dije: No, sólo podés tocar el tambor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al fin y al cabo, la culpa del tajo a male era de el. Y encima se pregunta si la puede besar?

Idiota.

Franco de montreuil.

Rogelio Ferreyra dijo...

sos cruel...